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Eso es lo que hace tan extremadamente compleja y singular a la cultura
estadounidense, hasta el extremo; y la incapacidad para comprender ese mundo
sumergido de sus determinaciones, sería lo que impida sistemáticamente la
comprensión del fenómeno final de su cultura. W. E. B. Du Bois tiene una estatura
titánica, porque ha brindado una de mirada exhaustiva sobre ese mundo
sumergido; con la peculiaridad además de que él mismo provenía de ese mundo, y
su mirada por tanto no estaba sesgada por el patrocinio.
Ese no es el caso con Du Bois, que así aporta usa antropología exhaustiva
sobre la base de la cultura norteamericana; y no sólo la concerniente a su
extensa población negra, sino de esta como esa base que sostiene y alimenta a
todo el conjunto. En Cuba no tendríamos nada igual, aunque por razones
distintas que las del prejuicio moral sobre la historia; pues si bien es cierto
que la estructura cultural hispana determinaría a la cubana en un modo
integracionista, no por ello era menos racista.
No es este el lugar para explicar las diferencias de las culturas cubana y
norteamericana, pero sí para comprender un aspecto importante de la realidad;
que es el modesto pero preciosísimo aporte de du Bois, en este catauro extenso
y profundo sobre la realidad de los Estados Unidos. En ese sentido, no puede
perderse de vista la perspectiva de du Bois, ideológicamente sesgada por su
idealismo; del que deja pruebas constante en sus cultísimas referencias, como
un problema menor de la antología.
La diferencia entre los dos, aparte de las dimensiones del trabajo, se
reduce a las de sus respectivas circunstancias políticas; que determinadas a su
vez por la estructura cultural que las determina, los identifica en la agudeza
para comprender la complejidad del problema negro. Para esta traducción se
trató de seguir un plan no funcionalista, que reduciría lo dicho a un sentido
ideológico y racional; sino que se trató de mantener la textura idiomática en
todo lo posible, para interferir lo menos posible en la exposición.
Gracias a eso se pudo salvar mucha de la belleza del texto, escrito con la
exaltación del simbolismo europeo que lo afectaba; lo que es bueno no sólo por
el nivel de cultura que refleja, sino por los elementos que aporta para la
comprensión de la realidad. En efecto, el último tercio de este libro es de
interés más literario e ilustrativo que los dos anteriores; y pareciera que se
trata de Nerval escribiendo una idealizada Aurelia, sólo que tratándose de un
negro que escribe sobre lo negro.
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