Adire y el tiempo roto es el nombre de la primera novela de Manuel Granados, enfrentando el problema racial; no en la forma beligerante de la confrontación, sino en el de la conciliación posible, en el marco de la revolución cubana. Hoy sirve de parámetro para crear un espacio de singularidad étnica, dedicado a la reflexión existencial; desde el que reflotar el problema de la negritud, con todo el dramatismo en que se dio, pero la nueva perspectiva del siglo XXI. En definitiva, se trata de la superación de la modernidad en la postmodernidad, sobre esa experiencia anterior; aprovechando precisamente las falencias de aquel desarrollo histórico, con todo y sus valores indiscutibles.
La negritud surge como un espasmo de asombro, en medio de los procesos de descolonización; y no tarda en entrar en colisión con su propio entorno, que pugna por sobreponerse y determinarlo. Cómo se repiten los patrones en la circularidad hermenéutica, es uno de los objetos de este nuevo acercamiento; porque en definitiva, como ya se dijo, se trata de aprovechar la experiencia, sentando las bases para otros desarrollos nuevos.
Adire se ofrece al margen de la institucionalidad pretendida por otras publicaciones, para evitar así su misma determinación interesada; limpiando el campo de la más pura reflexión existencial, donde el negro puede realizarse por fin, en su propia plenitud. El nombre completo de la novela es Adire y el tiempo roto, del que toma su profundidad ontológico; ya que Adire alude la técnica africana de lavado y teñido por nudos, como experiencia (dasein); que en el contexto histórico (el tiempo roto) de la revolución, la política como posibilidad de desarrollo.
Dirección y edición: Ignacio T. Granados Herrera
Coordinador en Cuba: Juan Antonio Madrazo Luna
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