Por Ignacio T. Granados Herrera
En una entrevista sobre Humberto
Solás, su fotógrafo y compañero explicó la frustración del cineasta obligado al
realismo banal del socialismo; de ahí cierta sequía, de la que podría haber
salido con una propuesta del ICAIC, un documental sobre la cantante haitiana
Marta Jean Claude. Sin embargo la propuesta no fue revitalizante, sino que por
alguna razón el cineasta la consideró humillante; y a esa rara circunstancia se
debe un documental como Simparelé, una epopeya sobre la cultura haitiana que
esquiva su pica en Flandes que fue Marta Jean Claude. ¿Por qué Solás se sintió
humillado por una propuesta así, hasta el punto de desviar la propuesta hacia
una apología abstracta de lo negro?; es decir, ¿por qué rehusaría entrar a la
vida de una persona negra en concreto, pero no así la abstracción de la negritud?

En todo caso, sí revela esta recurrencia que vela de sospecha todo acercamiento de personas blancas sobre fenómenos negros; normalmente en una actitud protectora, que no hará sino reproducir aquella potestad caritativa de los buenos amos sobre sus vasallos naturales. Sólo así puede comprenderse esta naturalidad con que los blancos lideran los proyectos de y sobre negros, reclamándolos en base a su solidaridad; cuando esta solidaridad en realidad se revierte en créditos y dinero efectivo que les resuelve su estilo de vida, y no alguna preocupación real de los negros.
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