Sunday, May 31, 2020

Vindicación de Don Martín Morúa Delgado


La figura de Martín Morúa Delgado ha sido maltratada por mucho tiempo, como la de un traidor a la causa de los negros; con lo que de hecho se ha privado a los negros cubanos de un referente propio a la construcción de la identidad nacional y su estructura política. La base de ese rechazo es la enmienda Morúa, que prohibía los partidos políticos en base a la raza, provocando la revuelta de Evaristo Estenoz; una confrontación que terminaría con la Guerra de 1912, como el momento en que los negros perdieron la preeminencia ganada durante las guerras de independencia.

Morúa sería el primer eslabón dentro de la estructura política cubana, y su eliminación figura el destino de su raza; porque es en ese momento en que los negros quedan al margen de esa estructura, a la que entonces sólo se pueden subordinar. Antes que él, figuras como los Maceo y Quintín Banderas habían contribuido a la base de la cultura nacional; no a la estructura política de un país aún no constituido, sino sólo a esa base trascendente suya que la determina.

Incluso ese ascendiente de Banderas y los Maceos es controvertido, y no sólo por la violencia excesiva del primero; también y probablemente más grave, por la contradicción sistemática del segundo (Antonio) con la figura de Martí. El establecimiento de la república era así doblemente difícil, juntando a este precedente el del protectorado norteamericano; y esa dificultad la pudo sobrepasar Morúa Delgado, transitando la fina cuerda de las tensiones políticas, al llegar a la presidencia del senado.

Su némesis, Estenoz, tenía como él la experiencia segregacionista norteamericana, pero había llegado a otras conclusiones; eso es lo normal en la arena política, donde los individuos representan otros intereses pero sólo embutidos en los suyos propios. Estenoz provenía del idealismo modernista en que se sustentan los discursos patrióticos, Delgado del pragmatismo político; se ve en sus respectivas carreras, que en el caso de Morúa se amplió del periodismo a la literatura.

Eso quiere decir que Morúa accedía a esa capacidad reflexiva 
especial de la estética, que no es ideológica; porque funciona como un realismo virtual, en contraste con el idealismo de los grandes discursos políticos, como el de Estenoz. Ambos son hombres de su tiempo, y aportaron la fuerza con la que se construiría la nacionalidad en la confrontación; el problema de Estenoz es que pretende reproducir el diagrama segregacionista norteamericano, en una cultura que era integracional.

Es así que el discurso de la negritud se funda en la negación del patriarca, con la adoración del héroe; pero en un discurso escrito por la misma estructura liberal que acude a la sublimación moral, que no es estética. La inflamación moral que informa a Estenoz es contraproducente, no importa si legítima, porque carece de la fuerza que necesita; que no es la de la legitimidad moral sino la del ascendiente político, porque el problema era político y no cultural.

Desde entonces, el problema ya no es político sino cultural, haciéndose así intrínseco a lo cubano como parte suya; cuando la misma reflexión existencial de Morúa le daba curso, al resolverse en su literatura como un realismo virtual. No se trata de descansar el cuerpo, cambiando el peso de un pie al otro, y culpar a Estenoz de la contradicción del tiempo; pero sí de reponer la perspectiva, escapando a las reducciones binarias que distorsionan toda historia desde esa modernidad francesa de Franz Fanon y su idealismo sublime.

Eso es lo explica el fervor de Walterio Carbonell, que proviene precisamente de la escuela revolucionaria; pero también esa textura académica e intelectual del tratamiento del problema racial, que lo distancia de la realidad popular. Eso sin dudas es lo que más contribuye a las tensiones, en una estructura ya sesgada políticamente a la subordinación racial; en la que van a prevalecer los estamentos más primarios de todas las tendencias, en un ambiente general de manipulaciones políticas.

La sublimación poética no es reflexiva sino y discursiva, de ahí su instrumentalidad como elemento de manipulación emocional; por eso es un lujo que pueden gastarse las élites económicas, como los grandes felinos de la selva. Con Morúa nosotros podemos explorar acercamientos más efectivos, capaces de comprender la realidad en su pragmatismo; y con ello encontrar el lugar que tenemos bajo el sol del Caribe, como el punto de encuentro en que Occidente abre su vientre a toda trascendencia.

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