La saga del heroe existencial (Ver artículo) |
Esta es una referencia al encuentro virtual del lunes 25 de mayo del 2020,
en el espacio de Proceso de Comunidades negras de Colombia; del que me retiré a
los cinco minutos, antes de cualquier desarrollo interesante, por sus muchas
alusiones de adhesión política. El problema con esto es exactamente que la
cuestión racial sigue siendo subordinada al de la adhesión política al régimen cubano;
eso cuando es claro que gran parte de las dificultades a cualquier desarrollo
en este sentido proviene del inmovilismo estructural del sistema, que sospecha
de cualquier movimiento no subordinado al mismo.
Desgraciadamente, Cuba es una realidad singular que no puede ser negada,
pero que por lo mismo genera sus propios intereses y prioridades; es natural
que en esa singularidad no responda a los intereses de personas no radicadas
allí, incluso en temas ajenos a la ideología política como el de la raza. En
cualquier caso, no es cierto que el problema tenga que ser subordinado para
poder ser tratado; aunque esa posibilidad puede pasar desapercibida desde
dentro de esa estructura, que frustra y condiciona este tipo de eventos. El
problema racial puede ser tratado directamente, sin siquiera rozar el de la
circunstancia política; hay muchas aristas, desde la antropología a los temas
culturales más generales, que no requieren este acercamiento.
¿Es negro el reguetón? (Ver artículo) |
Es la persistencia de ese tipo de subordinación lo que resta credibilidad a
toda discusión, más en una tradición de coerción y vigilancia; y rechazar ese
tipo de condicionamiento no es ninguna forma de extremismo, sino de consciencia
sobre la utilidad o no de los eventos. No hay dudas de que este tipo de
encuentro son valiosos para la realidad de los cubanos residentes en Cuba, pero
no de cara al mundo; cuando es en el mundo donde reside gran parte de esa
comunidad, afrontada por la política hostil del gobierno cubano.
No es resentimiento negarse a participar de un juego que comienza con esas
condiciones, es digno e inteligente; porque nada que comience tan torcido va a
ninguna parte, y nadie tiene recursos para malgastar tanto. Eso es
especialmente válido en un caso como el cubano, con un gobierno obsesionado con
su diáspora; a la que no sólo esquilma con sus manipulaciones, sino a la que
sigue pretendiendo gobernar en su libertad de expresión.
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