Friday, September 26, 2014

La renuncia del Fiscal General Herick Holder

Los republicanos podrán celebrar hasta con fuegos artificiales la renuncia del fiscal general Erick Holder, pero la victoria ha sido fatigosa y mínima; no que llegue a pírrica sino que no aporta nada, como un novillo que después de muerto se muestra hueso y pellejo no más. No que el fiscal general no fuera sustancioso, sino que ya infligió el daño a las tropas enemigas y este adiós es displicente y elegante; por más que parezca un alfil sacrificado a la debilidad del rey, cuando su poder estratégico era el de la reina y no tuvo un sólo enroque —tampoco es propio del alfil— en toda su tenura. El rey es ciertamente débil en este tablero, pero su función es también simbólica, compensando su mediocridad de esfinge; y es en esta avanzadilla de la administración donde radicaba la fuerza de choque, la efectividad del cambio, que es de la cultura de justicia.

No por gusto esa desproporción en la alegría republicana, que aún no puede asimilar los lanzazos de Holder; cuyo trabajo no fue legitimar los supuestos despropósitos del presidente, ni tampoco fortalecerlo ante la virulencia partidista del congreso. Igual es importante, porque Holder simboliza un poco la fortaleza legal del presidente ante la estulticia con que los republicanos aún insisten en deponerlo —tras su segundo mandato—, con los mismos resultados. Entre la cómica amargura, aún Miami no da cuenta de esta renuncia de Holder, lo que no importa mucho y ya es típico; igual los medios más prestigiosos del país —que no son los tweets de los congresistas republicanos— ya han hecho balance y las cuentas de Holder dan más que positivas.

Primero, y no importa lo que digan, siendo el primer fiscal general negro de la nación es también el cuarto con más tiempo en el puesto; segundo, logró revertir legalmente una práctica prejuiciosa, basada en el profile racial en la lucha contra el crimen civil, que afectaba seriamente a su minoría. En su haber tiene el rechazo contundente de la discriminación legal por preferencia sexual, cuando la cultura negra es conocida por su homofobia; y eso junto a varios precedentes, que ya validan la presidencia de Obama aunque sólo fuera por gastarse un fiscal de estos quilates. La alegación republicana de que Holder apañaba las violaciones de Obama a la constitución, son… republicanas; es decir, falaces, porque en realidad se refieren a su propia frustración en sus intentos de rechazo de la presidencia con subterfugios legales.

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Holder ni siquiera se va fatigado como el festejo de sus oponentes, y fue más efectivo que el presidente a pesar de haber sido técnicamente más débil que él; y anuncia que seguirá trabajando para cambiar esa práctica prejuiciosa de las leyes en el país, su cultura legal, ahora con el prestigio de haber agitado el trapo rojo ante los toros mismos. A la administración le habría gustado retenerlo —no es boba— pero no puede, lo que demuestra incluso su independencia y buen juicio; sentando el precedente que faltaba en cuanto a estilos para la renuncia, al distanciarse hasta de la nobleza de un Collin Powell comprometido con la mezquindad de Busch pero protector de su familia. En general, el peso del fiscal general es doméstico, y Holder puede muy bien quien salva la cara de la fatuidad de Obama; dejando claro que la cuestión no está en ser negro sino en ser auténtico, en contraste con ese amaneramiento que desaguó al otro.

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